La deuda eterna con la educación rural en Perú

En el Perú, la educación rural es una herida abierta que se mantiene con parches de buenas intenciones y programas a medias.

La deuda eterna con la educación rural en Perú

Por Alejandra Dancuart

Cada cierto tiempo, este tema resurge en la agenda política con anuncios rimbombantes sobre capacitación docente, infraestructura y tecnología. Sin embargo, la realidad en el interior del país sigue siendo la misma: escuelas abandonadas, profesores desmotivados y niños con un futuro hipotecado por un sistema que les da la espalda. Pero, a pesar de estos desafíos, cada vez son más las iniciativas y humanos comprometidos con cambiar esta realidad, demostrando que la transformación sí es posible con esfuerzo, innovación y colaboración.

El espejismo de la inclusión educativa

Los discursos oficiales insisten en que la cobertura educativa ha mejorado y que cada vez más niños y adolescentes tienen acceso a la educación. Pero, ¿de qué sirve la cobertura si no en todo hay calidad? En muchas comunidades, la escuela es poco más que un espacio físico sin los recursos necesarios para formar ciudadanos con las herramientas adecuadas para enfrentarse al mundo.

Desde hace unos años, participo como docente de innovación para un proyecto que busca compartir herramientas de colaboración e innovación con docentes, directores y gestores educativos de escuelas públicas peruanas en diferentes zonas rurales. En mis viajes a diferentes zonas rurales, he visto lo que las estadísticas no reflejan: niños que caminan horas para llegar a escuelas sin agua potable ni electricidad o materiales educativos desactualizados que no responden a las necesidades de los estudiantes. Y, lo más grave, una total desvinculación entre el modelo educativo urbano y la realidad rural.

Un modelo centralista y ajeno a la realidad rural

El currículo nacional está diseñado bajo una lógica urbana, desconociendo la diversidad cultural y económica del Perú. Se impone el mismo sistema de evaluación y enseñanza en una escuela de Miraflores y en una de Paruro, como si los contextos fueran comparables.

En zonas donde el quechua o el aimara son las lenguas predominantes, se sigue privilegiando el castellano sin un enfoque real de interculturalidad. Se espera que niños que crecen en comunidades agropecuarias, donde la educación podría orientarse a potenciar conocimientos productivos locales, aprendan bajo un modelo que ignora su entorno. Esto genera desmotivación, abandono escolar y una desconexión absoluta entre la escuela y la vida cotidiana.

Docentes: héroes sin respaldo

Los profesores rurales suelen ser los grandes olvidados del sistema. Enfrentan salarios precarios, dificultades de traslado y condiciones laborales indignas. No es raro encontrar maestros que duermen en las mismas aulas donde enseñan, porque no tienen otro lugar donde quedarse. A pesar de esto, siguen adelante por vocación y compromiso. 

La capacitación docente es otro tema crítico. Se diseñan programas que no responden a sus necesidades reales, sino a criterios burocráticos (como horas que cumplir y checklists que tachar). Mientras tanto, se les exige que implementen metodologías modernas sin acceso a materiales ni tecnología. El resultado: una educación con enormes brechas en comparación con la urbana, donde los maestros tienen mayores oportunidades de formación y desarrollo profesional.

Algunas de las sesiones que realizamos en Cusco, justamente ayudaban a los participantes (docentes, directores y gestores educativos) a poder cuestionar la manera de abordar problemas. Por ejemplo, con la Matriz de Eisenhower para priorizar tareas, cada uno pudo decidir qué tareas eran importantes y urgentes, cuales se podían delegar, y hasta algunas que podrían eliminar por completo. En un sistema que tiene ahogados en papeles a los docentes, este fue un ejercicio pequeño para poder darles claridad y visibilidad. 

Una deuda pendiente que requiere acción inmediata

El problema de la educación rural en el Perú no se soluciona con discursos ni con programas pilotos sin continuidad. Se necesita una reforma profunda que atienda las necesidades específicas de cada región, con participación activa de docentes y comunidades. La descentralización del diseño curricular, la capacitación real y pertinente para los maestros, la mejora de infraestructura y la integración de tecnologías accesibles deben ser ejes prioritarios.

Y no todo está perdido (sí podemos hacer algo).

Señales de esperanza: Hay humanos haciendo cosas

Se ve desalentador y casi que imposible cambiar la realidad. Sin embargo, hay iniciativas que demuestran que el cambio es posible. Programas como "Enseña Perú" están llevando docentes altamente preparados a zonas rurales, aportando metodologías innovadoras y un enfoque centrado en el estudiante. Fe y Alegría ya trabaja hace años hacia el cambio de condiciones educativas. Ruralia, una iniciativa de Es Hoy, busca proyectos y personas que estén resolviendo los diferentes retos de la educación rural e incuba por medio de su fondo para que estas iniciativas sean sostenibles en el tiempo. 

En algunas regiones, se han implementado proyectos de educación intercultural bilingüe que permiten a los niños aprender en su lengua materna, fortaleciendo su identidad y mejorando su rendimiento académico. Además, el trabajo de diversas ONGs y colectivos ciudadanos ha impulsado la mejora de infraestructura y el acceso a tecnología en escuelas que antes estaban olvidadas.

El reto es escalar estas iniciativas y convertirlas en políticas sostenibles a nivel nacional. La educación rural en el Perú puede y debe cambiar. Con voluntad política, compromiso ciudadano y modelos innovadores adaptados a la realidad de cada región, podemos transformar la educación en el motor de desarrollo que el país necesita.


Imagen de portada cortesía de Ashim D’Silva

Imágenes cortesía de CIE

Sobre la autora

Alejandra tiene más de ocho años de experiencia en desarrollo de talento e innovación social en América Latina. Ha diseñado programas de aprendizaje en innovación, data y negocios para diversos sectores. Es Co-founder de Sur Global, una iniciativa que impulsa la innovación responsable en la región, y Head of People en el Centro de InnovaCXión del Banco de Crédito del Perú. Es Msc en Human Resource Management por la University of Edinburgh y licenciada en Administración por la Universidad de Lima.

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