“Artistas IA”: entre el plagio y la dirección de arte

“Artistas IA”: entre el plagio y la dirección de arte

Por Cristian Situ

La inteligencia artificial generativa irrumpió como una revolución cultural que nunca había vivido antes. Herramientas como Midjourney, Stable Diffusion, Nano Banana, entre otros, ofrecen en segundos imágenes que antes requerían años de práctica artística. En redes sociales, los usuarios que dan vida a estas imágenes mediante prompts ya se autodenominan, o son celebrados como: “Artistas IA”.

El término parece inofensivo, pero es engañoso. El prompter no es un artista en el sentido pleno de la palabra: no controla la técnica, no imprime un estilo propio, no crea desde la nada. Su rol se acerca más al de un director de arte que guía, selecciona y filtra, mientras que la máquina remezcla lo ya existente. A esto se suma un problema más profundo: el entrenamiento de estas IAs se basa en millones de obras de artistas reales, muchas veces utilizadas sin permiso, lo que plantea serias cuestiones legales y éticas.

Serigrafía por Geraldine Neciosup

¿Qué significa ser artista?

Ser artista nunca ha sido únicamente producir imágenes bellas o impactantes. Implica una relación íntima entre técnica, estilo y originalidad. El pintor domina el lienzo y el color, el músico transforma el silencio con un instrumento, el escultor moldea la materia hasta dotarla de vida. Cada obra lleva consigo la huella del creador, su experiencia, su intención, su riesgo.

Theodor W. Adorno lo expresó con claridad: “El arte es magia liberada de la mentira de ser verdad”. En otras palabras, el arte no es mera reproducción de lo que vemos o de lo que ya existe, sino una experiencia transformada en una expresión única y personal.

La IA generativa, en contraste, no tiene vivencias ni intenciones. Opera a partir de cálculos probabilísticos: predice qué píxel, palabra o trazo corresponde después en función de patrones aprendidos. No hay estilo personal consciente, sino un eco de los estilos ajenos.

Proyecto Editorial “Al Barri” Por Federico Sánchez 

El rol del prompter: más cerca del director de arte

El usuario que da instrucciones a un modelo de IA escribe prompts, itera resultados y elige cuáles imágenes funcionan y cuáles no. Esa labor puede requerir sensibilidad estética y capacidad de decisión, pero no equivale a pintar un cuadro o esculpir una figura. El prompter es, en todo caso, un director de arte algorítmico: orienta una visión, pero no la ejecuta.

En el mundo del cine o la publicidad, el director de arte no produce cada pieza: establece un tono, corrige el rumbo, define el estilo. La diferencia crucial es que trabaja con colaboradores humanos, con criterio y creatividad consciente. El prompter, en cambio, guía un sistema estadístico que carece de intencionalidad.

Aquí es donde la etiqueta “Artista IA” se vuelve problemática. Como señaló la ilustradora Karla Ortiz: “cuando tu estilo y tu trabajo son absorbidos sin permiso por una máquina, y luego alguien más se atribuye el crédito, no se trata de innovación: se trata de explotación”

Ilustración digital por Jimena Salinas

El mito de la originalidad

Uno de los argumentos más repetidos por defensores de la IA es que sus outputs o resultados son originales: nunca antes habían existido exactamente esas imágenes. Pero confundir novedad con originalidad es un error.

La novedad estadística no es lo mismo que la creación artística. Los modelos de IA no inventan, sino que remezclan millones de imágenes preexistentes. Así lo han evidenciado múltiples litigios. Getty Images demandó a Stability AI en 2023 por usar más de 12 millones de fotografías con copyright en su entrenamiento, sin autorización ni compensación. Ese mismo año, artistas como Sarah Andersen, Kelly McKernan y Karla Ortiz denunciaron a Midjourney y DeviantArt por incluir sus obras en datasets sin consentimiento.

La justicia estadounidense también ha dejado claro que no toda imagen generada por IA puede protegerse como obra original. El cómic Zarya of the Dawn, ilustrado con Midjourney, perdió la protección de copyright en sus imágenes: según el US Copyright Office, la ironía de la situación es que no había suficiente autoría humana para considerarlas creación protegida.

En palabras del investigador David Atkinson, “no hay razón para conceder a la IA una inmunidad legal excepcional para reproducir contenidos protegidos bajo el pretexto de fair use”. Lo que producen estas herramientas no es una creación ex nihilo, sino un reaprovechamiento de material ajeno.

Linograbado por Daniela Situ

El peligro de llamar artista al prompter

Si aceptamos sin más la etiqueta de “Artista IA”, corremos tres riesgos.

En primer lugar, banalizamos la noción de arte. Si escribir un prompt equivale a pintar un cuadro, el término artista pierde sentido. La diferencia entre apretar un botón y pasar años perfeccionando un oficio se borra peligrosamente.

En segundo lugar, invisibilizamos a los verdaderos creadores. Los artistas cuyas obras nutrieron a la IA quedan fuera de la conversación. Sus estilos y técnicas, absorbidos sin permiso, se vuelven parte de un sistema que ahora genera imágenes bajo demanda sin reconocerles ni compensarles.

En tercer lugar, complicamos el marco legal y ético. ¿Quién es el dueño de una imagen producida por IA? ¿El usuario que dio el prompt, la empresa que entrenó el modelo o los artistas cuyas obras alimentaron el dataset? La respuesta no es trivial. Sin claridad en este punto, la etiqueta de “Artista IA” solo enturbia un debate ya complejo.

La artista y activista Molly Crabapple lo resumió con contundencia: “El arte no es un botón que aprietas. Es un oficio, una práctica, un riesgo. Y reducirlo a un prompt es insultante”.

Un vocabulario más honesto

Quizás el camino no es negar que el prompting tenga un componente creativo, sino llamarlo por lo que es. En lugar de hablar de “Artistas IA”, podemos hablar de directores de arte algorítmico, curadores de prompts o exploradores visuales con IA. Palabras que reconocen la habilidad de guiar y seleccionar, sin confundirla con la creación artística en sentido estricto.

Nombrar bien es un acto político y cultural. Significa reconocer que la IA se sostiene sobre la obra de miles de artistas invisibilizados. Significa abrir el debate sobre compensaciones, licencias y usos justos. Y significa también trazar una frontera entre lo que es facilitar una herramienta y lo que es ser autor en el sentido pleno de la palabra.

Ilustración Digital por Antonella Morelli

Lo que está en juego

Quiero dejar esto bien claro, y aún con el riesgo de caer en la redundancia: el prompting puede ser un ejercicio creativo, pero no es arte como lo entendemos en su sentido profundo. Quién escribe prompts se parece más a una suerte de curador visual que orienta y selecciona, que a un artista que transforma la materia con sus propias manos y visión.

No se trata de rechazar la tecnología, la IA puede ser una herramienta poderosa y un aliado en la experimentación visual. Pero debemos hablar con precisión. Si confundimos dirección con creación, estaremos borrando lo que hace único al arte humano: la voz, la intención y la experiencia irreductible de quien lo produce.

Todas las obras que acompañan este artículo fueron creadas sin intervención de inteligencia artificial, por talentosos artistas del Sur Global. Gracias de corazón por sumarse y compartir su visión.

Los derechos de autor de cada pieza pertenecen a sus respectivos creadores, cuyo trabajo merece respeto, visibilidad y protección frente a cualquier forma de apropiación indebida.


Imagen Portada: Ilustración digital por Rebeca Morimoto.

Referencias

Enlaces a Redes o Portafolios de los artistas

Sobre Cristian

Co-Director ejecutivo y Fundador de Sur Global, organización sin fines de lucro que impulsa innovación consciente en Latinoamérica. Magíster en Digital Management por Hyper Island. Con más de 10 años de experiencia en innovación, diseño digital y gestión de proyectos, ha trabajado en empresas, consultorías y formación. Fue Education & Product Manager en Crehana y Head of Product en Colectivo23, liderando proyectos educativos de impacto. Ha colaborado como consultor con UNICEF, Volvo, el Ministerio de Educación del Perú, Más Igualdad Perú, entre otros, siempre enfocado en el diseño, la tecnología y el trabajo colaborativo para transformar realidades. Además, es Director Creativo de la revista UNTOLD.ink.

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